lunes, 14 de diciembre de 2015

El buen Amor

Cuenta un dicho que el buen amor empieza por uno mismo, primero hay que amarse bien a uno mismo y luego ya podremos hacerlo extensible a otras personas. Como casi todo, primero empieza por ti.

Hace mucho tiempo, en el curso de formación para socorristas tuve un instructor muy gracioso del que aprendí mucho, una de sus enseñanzas que más me marcó por aquel entonces fue sobre la importancia y valor del socorrista. En una clase nos preguntó cuál era la prioridad número uno del socorrista, algunos respondieron que la víctima, nos dijo que no. La prioridad número uno del socorrista es siempre la seguridad del socorrista. Tenedlo siempre presente, sin socorrista, ¿quién atenderá a la víctima?


¿Cuál es la prioridad número dos del socorrista? Algunos respondieron entonces que ahora sí era la víctima. No. La prioridad número dos del socorrista sigue siendo la seguridad del socorrista. La prioridad número tres y la cuatro seguirán siendo la seguridad del socorrista, si el socorrista no antepone a todo su propia seguridad, podremos tener una víctima más en vez de socorrista. ¿y entonces quién atenderá a las víctimas?

Hizo mucho hincapié en que nos quedara clara esta idea, que al ir a ayudar a alguien no acabáramos nosotros accidentados. Sólo podremos ejercer de socorristas si no somos víctimas, así que lo primero, lo segundo, lo tercero y lo cuarto será velar siempre por nuestra seguridad. Cuando esto esté asegurado, y sólo entonces, podremos ejercer de socorristas y atender a las víctimas. Nuestro objetivo es reducir el número de víctimas, no aumentarlo.

A partir de ahí he aplicado este aprendizaje a muchas áreas de mi vida, lo principal es mantenerse con vida, sin vida no habrá nada más que hacer, no tiene sentido morir por la causa, muertos no mejoramos nada. Así llevado al extremo quizás sea más fácil de entender y asimilar.


Lo ideal sería no tener que llevarlo al extremo de vida o muerte, sino aplicarlo habitualmente para asegurar y mantener nuestra calidad de vida en los niveles que queremos y que nos permiten desempeñar mejor nuestras funciones y objetivos. Cuando uno está bien hace bien, cuando uno está mal, cuesta más hacer bien o es más fácil hacer mal. De ahí nuestro interés por alcanzar y mantener un buen nivel de calidad de vida en todos los sentidos, esto nos permitirá hacer mejor todo lo demás.

Visto así los fundamentos del buen amor empiezan con uno mismo, tratándonos bien, cuidándonos y atendiéndonos de la mejor manera posible. Esto que en una frase queda corto y muy bien, es muy amplio de tratar, quizás infinito. Para empezar se me ocurre que lo principal en el buen amor hacia uno mismo es no hacernos mal y no aceptar mal, no dar continuidad a situaciones que nos hacen mal. Problemas surgirán en la vida, es lo que nos permite aprender y mejorar, pero los problemas no existen para hacerse estables, continuos y fijos en nuestra vida, sino para crecer y resolverlos. No aceptemos los males y problemas como algo normal, común y cotidiano que le pasa a todo el mundo y que hay que asumir y aprender a convivir con ello. Los problemas son para resolverlos.

No aceptar una mala vida es un básico para el buen amor. Si quieres bien, vive bien; si vives bien, si haces bien, querrás bien.


Parece bastante común el querer cuidar a los demás y darles lo mejor posible, a veces incluso aunque esto conlleve un perjuicio contra nosotros. Quizás está mejor visto cuidar mejor a los demás que a uno mismo. Quizás sea más fácil verlo en otras personas que en nosotros mismos. Sirvámonos de ello para ver mejor qué hacer en nuestro caso. Cuando nos enfrentemos a situaciones complicadas y no sepamos qué decisión tomar, yo recurro a una pregunta sencilla ¿querrías esta vida para tus hijos? ¿Para un hermano, un amigo? Entonces, si no se la desearías a ellos, ¿por qué la estás viviendo tú? ¿Si tú no procuras el bien para ti, quién lo hará?

En un mundo ideal donde todos cuidáramos y resolviéramos los problemas de los demás quizás podríamos olvidarnos de nosotros mismos. No creo que eso sea real, porque si a veces nosotros no sabemos bien lo que queremos para nosotros, ¿cómo esperar que los demás lo sepan y nos lo procuren?

Como bien dice la frase, antes de salir a limpiar el mundo, asegúrate que tu suelo ya está barrido. Si cada uno barre su casa, si cada uno hace su parte, no hará falta hacer la parte de los demás porque ya estará todo hecho. Y esto como casi todo lo valioso, vale para muchas cosas, quizás no haga falta arreglar el mundo, basta con dejar de estropearlo. O haciendo falta arreglarlo, sin duda lo más sensato será primero dejar de estropearlo.


Todo lo que quieras, empieza primero por ti. Feliz Vida!

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